Imagina por un momento la creación del universo, el Big Bang, hace aproximadamente 13,770 millones de años, imagina ahora la creación de nuestro planeta, hace uno 4,500 millones de años. Ahora entra en escena el ser humano, en su versión Neanderthal, hace unos 400,000 años transformándose hace unos 50,000 años en lo que hoy conocemos como Homo Sapiens.

Piensa que todo el tiempo desde que se creó el universo hasta el momento en que lees esto, es igual a un año terrestre ósea 365 días, eso quiere decir que los seres humanos han vivido en esta proporción menos de un minuto en esta tierra. La pregunta aquí es que tanto de ese tiempo implica tu misma vida en este tiempo. ¿Ves? Nuestra vida es un grano de arena es este desierto llamado tiempo, o quizá menos.

Todo se resume al tiempo que vivimos, disfrutamos y por supuesto como lo invertimos. Sin embargo, los estudios sugieren que, incluso cuando podemos hacerlo, no invertimos nuestro tiempo en hacer cosas más agradables con regularidad. La ciencia ha denominado a este factor como “índice U” a la cantidad de tiempo que las personas pasan de mal humor; tensos, deprimidos o irritables y que superan los sentimientos de felicidad. Por ejemplo, la gente no suele estar de mal humor cuando se encuentra haciendo ejercicio, leyendo o rezando. Sin embargo, el mal humor es algo habitual mientras nos encontramos trabajando, vamos de nuestra casa al trabajo o realizamos las tareas domésticas.

Tomarse en serio este principio implica repensar nuestro concepto de riqueza, lo cual significa poder tomar decisiones absolutas sobre nuestro tiempo, haciendo que las decisiones en materia de dinero se conviertan en decisiones sobre el tiempo; una suerte de “pirueta” mental que puede provocar que estemos más inclinados a tomar decisiones felices. En todo el mundo, los individuos con mayor poder adquisitivo tienen más probabilidades de afirmar haberse sentido estresados el día anterior. 

Otro principio fundamental que aplica a la economía moderna, las empresas y por supuesto a nuestras agendas es que la escasez aumenta el valor, o mejor conocido como ley de la oferta/demanda que también se aplica a los recursos naturales, commodities y otras muchas formas de cuantificar el valor de estos recursos escasos. En consecuencia, a medida que el tiempo vale cada vez más dinero, la gente lo percibe como cada vez más valioso y cada vez más escaso.

En vez de maximizar el tiempo libre evitando cualquier forma de compromiso, pensemos en cómo la compra de hoy cambiará nuestro modo de pasar el tiempo mañana.

 Si tuviéramos claro y fuéramos verdaderamente consientes del tiempo, la mayoría de personas usaría su dinero para modificar la cantidad de tiempo que dedica a tres actividades clave: los desplazamientos entre el hogar y el lugar de trabajo, ver la televisión y estar con los amigos y la familia, lo que en consecuencia nos haría más productivos y por supuesto más felices.

Las mejores lecciones sobre el valor del tiempo.

Hace algunos años, tuve la oportunidad de hacer 2 viajes que cambiaron mi vida por completo, a dimensiones y realidades totalmente distintas y me enseñaron las 2 lecciones más importantes que pude aprender sobre el tiempo.

El primer viaje tuvo como destino Toronto Canadá, ciudad cosmopolita, país de primer mundo, rodeado de gente joven con deseo de conocer el mundo; el objetivo: prepararme para una certificación en la lengua inglesa. Desde que planeaba el viaje sabía que la aventura tendría un inicio y por supuesto un fin. Pero desde el primer momento, supe que mi tiempo era limitado, así que me prometí a mí mismo aprender lo más posible, desfrutar al máximo y vivir cada minuto como si fuera el último, lección que hasta hoy sigo aplicando día a día.

El Segundo viaje, fue a Lima Perú, país de tradición culinaria exquisita, cultura milenaria, historia, rico en recursos naturales, y por supuesto mucho contraste con el primer mundo. El objetivo en esta ocasión: voluntariado en la prisión juvenil de Maranguita, donde escuché algunas de las historias de vida más complicadas, conocí el arrepentimiento, pero también la desesperanza y la culpa. Pero lo más importante, fue que entendí que la sociedad en verdad te quita lo más importante que tiene cualquier ser humano cuando cometes un crimen: la libertad de decidir qué haces con TU tiempo. Muchos pueden estar en contra de esto, y decir que lo más importante que tenemos es la familia, la salud, etc. Pero si no podemos decir por nosotros mismos qué, cuándo y dónde disfrutar de todo lo demás, créanme es lo peor que nos puede pasar

El entorno práctico del tiempo se llama propósito, y significa misión y visión.

Seguramente estarán tan hartos como yo de escuchar o leer en planes de negocios o recepciones de empresas detrás de los escritorios de quienes nos atienden por primera vez: “Nuestra misión…”, “Nuestra visión…” Últimamente he leído con mucho más detenimiento estos conceptos y adivinen que… para mí no hacen ningún sentido lo que dice la pared con la cara y actitud de quien me atiende. Honestidad, confianza, calidad, ser la empresa líder en el mercado en x años, son algunos de los más comunes. Definitivamente no tienen nada que ver.

Sin embargo, llevar a cabo un análisis profundo de lo que estos conceptos representan para un proyecto o empresa es mucho más importante de lo que cualquier pudiera creer. La propuesta aquí no solo es repensar o re conceptualizar estos términos, sino por supuesto re valorizarlos y entenderlos como elemento temporal del presente y futuro de nosotros mismos y nuestra organización

La misión es esencial, porque nada se puede analizar ni decidir sin tener muy claro a qué se dedica la compañía, ya que define qué somos, qué hacemos y qué nos hace diferentes, habla en presente y hace referencia al propósito de la organización, es decir, ¿para qué existimos?, como emprendedores e innovadores es importante que la misión de la organización haga parte de la esencia de las personas que lideran el proyecto, los emprendedores que han conseguido esta cualidad cuentan con un motivador natural para su actividad diaria. 

También la visión sigue siendo absolutamente fundamental en tiempos disruptivos, pues proporciona a la organización aspectos tan básicos como dirección y ambición. Cuanta más visión tenga una empresa, más retos se pondrá y más lejos llegará. Describe donde nos gustaría llegar o donde queremos estar en el futuro y nos ayuda a comprender a dónde va la empresa, ¡ojo¡No es un objetivo, es importante dejar las metas específicas, medibles y cuantificables en años de lado y perseguir una visión poderosa y tan amplia como sea posible, así las organizaciones nunca se cansarán de buscarla. 

Lo más importante, que no se explica en ningún plan de negocios, es que la visión está íntimamente relacionada con a la planeación estratégica para llevarla a cabo. Imagínenos ser Gengis Kan o Alejandro Magno, ellos tuvieron la visión de poseer al mundo y la capacidad de materializar esa visión mediante una estrategia por lo que tanto ellos como sus deseos y acciones trascendieron a la historia.  

Qué hacer y cómo sacarle más provecho a nuestro tiempo y conseguir nuestras metas, se llama estrategia.

Podemos aplicar aquí la teoría Michael Porter⁴, quien afirma que la “estrategia competitiva es tratar de ser diferente. Significa elegir deliberadamente un conjunto diferente de actividades para ofrecer una combinación única de valor”., Por supuesto él se refiere a una empresa, que también aplica a las personas.

La estrategia nunca debe ser inamovible. Cuando una empresa, persona o en un proyecto se decide una estrategia, incluso si es a cinco, diez o más años, está siempre es susceptible de ser cambiada. De hecho, a medida que el entorno se iba volviendo cada vez más turbulento, esto sucedía con más frecuencia: por eso existen los planes a, b o incluso c.

El expresidente estadounidense Eisenhower entendía la importancia de la situación estratégica al aplicarla en el escenario bélico, político e incluso empresarial al decir: “Los planes son inútiles, pero la planificación lo es todo”. Pues es más fundamental haber pensado en la estrategia que el plan que se obtiene como resultado. El plan de una empresa, aunque sea a diez años, puede ser válido hasta que sale al mercado y se topa con la realidad, y solo quien ha pensado a fondo en la estrategia podrá detectar a tiempo cambios disruptivos, y responder a los mismos rápidamente.

El método Rockstar revaloriza el tiempo como parte de la aportación de los emprendedores/innovadores al ecosistema empresarial y a la sociedad y por supuesto a nosotros mismos. La gran pregunta que todos debemos de hacernos es: ¿qué estoy haciendo con mi hiper escaso tiempo?, ¿a qué le pongo atención?, ¿a cuantas reuniones sin propósito, fundamento u objetivo atiendo día con día?, ¿cuantos correos electrónicos leo a la semana que no generan absolutamente ningún valor? Y por supuesto, ¿cuál es mi propósito en esta vida fugaz?

Un propósito poderoso tiene un solo objetivo, la fidelidad. Que nosotros mismos, nuestros socios, colaboradores, aliados clave, y por supuesto clientes entiendan lo trascendental de nuestra propuesta de valor, genera entonces gente enamorada de ella fiel a la marca, pertenencia en el mercado el mayor tiempo posible y por supuesto rentabilidad.

Nos vemos en la cima.